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NUESTRA SANTA MARÍA. Por Daniel C.

NUESTRA SANTA MARÍA. Por Daniel C.


— ¡Mamá, buenos días¡, así acostumbraba a saludar María todas las mañanas a su madre cuando la veía parada muy cerca de su lecho.


— ¡Buenos días, María!, respondía casi de inmediato su mamá, como si se tratara de un ritual que se repetía al comenzar cada día. Para ella, estar cerca de la cama de su hija para verla despertar era el mejor momento del día.


— ¿Pudiste dormir bien?, era la siguiente pregunta de la madre, pues conocía la molestia que le causaba a su niña, el resplandor en su rostro de algunas luces del exterior que se colaban por la cortina que cubría la ventana.


— Sí mamá, le contestó la niña, agregando: — anoche no me molestaron tanto esas luces, gracias a Dios y a la Virgen bendita, tal vez a los vecinos se les olvidó prenderlas.


— ¿Qué fecha es hoy?, le preguntó la niña a su mamá, recibiendo como respuesta la fecha y la información de estar ya a pocos días para cumplir sus quince años. La niña sonrío, recordando la promesa de sus padres de hacerle una pequeña fiesta en su humilde hogar. María era una estudiante de tercero bachillerato en un colegio público con una férrea formación católica de la Barrancabermeja al igual que su madre, y siempre se había caracterizado por ser una buena estudiante y obediente hija; motivo principal para que sus padres quisieran hacer el gran esfuerzo económico de para celebrarle su fiesta de quince años.


A María le encantaba jugar con su grupo de niñas y niños, todos ellos vecinos de la calle de la relojera, donde vivían; sin embargo, el saber que pronto su familia se trasladaría en agosto de allí para un lugar cercano al aeropuerto, la tenía muy triste. Su fiesta de cumpleaños, sería como una fiesta de despedida. La niña se atormentaba pensando que debido a la distancia de su nuevo hogar, ninguno de sus amigos o amigas la visitaría. El tema fue tocado nuevamente por María, razón por la cual su mamá le volvió a recordar lo que siempre le decía:


—Las personas que realmente te quieren, te visitarán donde estés hija; tú sabes que nunca te sacarán de sus corazones, agregando: María, si quieres puedes dormir otro ratico, pues hoy no hay colegio. Voy a comprar unas flores a la plaza de Torcoroma y ya regreso. Antes de partir, la madre le comentó a María, como tsiempre que iba a la plaza, le preguntan por ella varias personas amiga. No había terminado de escuchar a su mamá, para que la niña recordara el motivo de no volver a salir de su casa: Se trataba del castigo impuesto por su mamá, cayendo en cuenta que desde hacía pocos días a su mamá como que se le había olvidado, pues ahora ella era más consentidora, más cariñosa y más dulce, hasta llegaba a pasar horas enteras a su lado hablando desde que se levantaba; ¿sería remordimiento por lo injusta que había sido?, o ¿será que ya me había levantado el castigo?, se preguntó.


La niña aún recordaba las palabras de enojo, pronunciadas por su madre el día cuando por boca de una vecina, madre de su mejor amiga y compañerita de colegio; y a quien ella le había confiado su mayor secreto, se enteró de su enamoramiento por primera vez con un joven mayor.


— María, me hace el favor y no me vuelve a hablar con ese marihuanero; —Desde hoy le queda terminantemente prohibido salir a la calle. Pero sin duda las palabras más dolorosas fueron: — ¡Créame, que desde hoy le rezaré todos los días a Dios, para que te lleve a su santo reino, antes de que pierdas tu virginidad con ese a marihuanero. — Te prefiero ver muerta que descontada.


Era esa última frase, la que se repetía una y otra vez en su cabeza por ser parecida a una maldición. Y era por esa frase su decisión de no volver a salir a ninguna parte; que tal que Dios escuchara las oraciones de su madre, y “se la llevara a su reino”, y por eso, más bien prefería dormir mucho como ese día, tal vez para soñar ser una niña como las demás compañeras de su clase, una niña alegre, libre, que iba al cine al teatro Libertador con amigas y amigos, y… ¿Por qué no? Con el muchacho por quien su corazón latía por primera vez, y al que su mamá llamaba despectivamente: Marihuanero. Soñaba que él le enviaba tarjetas con mensajes de amor y corazones pintados, y le regalaba cajitas de almendras Triunfo, o rosas, como las que su mamá había salido a buscar en la plaza de Torcoroma.


Recordó también, la única y última vez que salió en tiempos de estar castigada, fue exactamente el domingo 19 de enero de 1975; por una extraña razón y sin explicación alguna, la mamá le dio permiso para que fueran junto con su hermano a un paseo a Casabe, que haría unos vecinos.


Lo que más recordaba del día del paseo, fue la sensación del viento recorriendo su rostro y su pelo suelto jugando con la brisa, mientras atravesaba el río Magdalena, allí sentada en una silla metálica en el tercer piso del gran ferry que hacía el trayecto Barrancabermeja-Puerto Casabe. Recordaba como junto con su hermano y otros niños observaban a la distancia desaparecer el puerto de su ciudad y como también vio por primera vez bajar esa gran rampa hasta el suelo en medio del más completo silencio al apagar los motores de ese gigante de hierro. Presenció el apagar de los motores del ferry, y como proseguía el acercamiento a su destino de esa majestuosa mole metálica en completo silencio, arrastrada solo por la corriente del río; María ya había cruzado el río en el ferry con sus padres, pero esta vez era diferente, pues sus padres nunca le permitieron estar sentada en las bancas de la parte externas del ferry, por miedo a que se resbalara y cayera a las aguas del Magdalena.


Recordó ya entre dormida, como una vez descendieron del ferry, subieron a un bus de Ecopetrol de color uva, para ir hasta municipio de Yondó, donde bajaron para posteriormente montarse en un campero o jeep, rumbo a su destino final: La Laguna Del Miedo.


Y continuó recordando como ese día la impresionaron las aguas de esa laguna, de un color verdoso y muy cristalina, en donde se podía apreciar desde la superficie gran cantidad de peces multicolores traídos de lejanas aguas por los primeros extranjeros, norteamericanos y Holandeses llegados por la fiebre del petróleo, tal y como se lo explicó el chófer del carro.


También recuerda perfectamente cómo una vez bajaron del Jeep, todos salieron corriendo a cambiarse de ropa para entrar en la laguna, mientras ella se quedaba atrás para distanciarse del grupo algunos metros y poder quitarse tranquilamente la ropa que llevaba y colocarse su ropa de baño: Un antiguo pantalón recortado por arriba de sus rodillas y una camiseta china heredada de su hermano con estampados tipo telaraña recién teñida por tercera vez con un cubito de IRIS.


El único recuerdo que no es tan claro para ella, o por lo menos no alcanza su memoria a precisar muy bien si pasó no, es el de esa extraña sensación de sentirse observada mientras se quitaba su ropa interior para no mojarla. O tal vez todo fue producto del nerviosismo de estar sola, sumado al pudor inexplicable de ver como su cuerpo ya abandonaba la figura de niña para tener forma de mujer… ¿O sería que si paso siendo observada por alguien?, era la pregunta que siempre se hacía.


El siguiente recuerdo si era más claro: Estaba jugando con su hermano y con otros niños al ahogado en la orilla de la laguna, el juego era sencillo, se hunden, aguantan la respiración por algún tiempo hasta que son encontrados. Lo que pasó luego para ella es muy surrealista y confuso; no recuerda si se hundió o alguien la jaló intencionalmente sujetándola por los pies, separándola del grupo de niños; solo recuerda verse después completamente abandonada placenteramente en el agua, muy lejos de la orilla donde sus compañeritos seguían jugando. Ahora alguien en una la aleja tirándola de su cabello y se ve cada vez más lejos de la orilla, inexplicable situación para una niña que no sabe nadar. Ahora, todo se vuelve más colorido, diferente e indescriptiblemente hermoso y placentero, incluida la sensación del contacto de su piel con esa agua fría, o el hecho de poder abrir sus ojos dentro del agua y quedar allí… sumergida por mucho tiempo sin salir a tomar aire, como extasiada mirando los innumerables peces a su alrededor danzando cerca de ella mientras observa el fondo tapizado de color verde esmeralda, llegando a sentir una paz infinita nunca antes vivida, hasta quedar completamente dormida.


María continúa soñando estar en la Laguna del Miedo, pero esta vez, en medio de la noche, sola y con el agua haciendo que un frío lacerante cale hasta el último espacio de sus huesos de niña. Los bellos recuerdos han desaparecido, dando paso a los malos… recuerda estar ahí inmóvil, queriendo gritar sin poder, mientras ve como a una distancia muy lejana, unas pequeñas luces se mueven como luciérnagas recorriendo toda la orilla de la laguna de un lado para otro, como buscando desesperadamente algo a alguien, mientras a sus oídos llega el sonido de gritos pronunciando su nombre: - María, —María, y sobre los sonidos de su nombre, el de llantos lastimeros de varias personas.


Ahora ya su hermoso sueño se vuelve pesadilla, a pesar de los vanos intentos por despertar, ahora pareciera llevar no una, sino dos noches dentro del agua, pero ya sin sentir frío o calor, viendo en los atardeceres a varios hombres en canoas pasando por encima de donde ella está, casi rosando su cabeza, y en otros momentos pareciera ya estar de mañana y los hombres antes en canoas ahora están con trajes negros dentro del agua, la tocan sin sentirla, la divisan sin verla; el agua antes cristalina y verde de la laguna ya es un lodazal, mientras ella empieza a rezar a su Virgencita santa para que la pesadilla termine, para poder despertar de una vez por todas y estar nuevamente en su cama, con su familia… reza y reza, una y mil veces más, ahora sosteniendo un rosario que inexplicablemente aparece en su manito derecha, y reza y reza, hasta quedarse nuevamente dormida, no sin antes divisar una extraña luz proveniente del cielo como un resplandor, que cruza y aclara el agua, hasta posarse sobre ella, mientras a lo lejos escucha la voz un pescador gritar:


— Miren, allá… ¿Ven esa la luz del cielo, ven el resplandor que forma con el agua?, allá está la niña, ¡la virgencita la está alumbrando!


— ¡Ana!, ¡Ana!, escucha por fin una voz conocida por María mientras trata de despertar, es la voz de su padre, así le dice él, a pesar de ella no gustarle, pues Ana es nombre de anciana. Ya es de día y ya se encuentra en el regazo de su mamá, fuera del agua; siente como ella la aprieta contra su pecho, la acaricia, la besa una y otra vez, mientras le susurra al oído cosas que no podía escuchar. Está feliz, por fin pudo despertar de esa pesadilla, gracias a Dios y la Santa Virgen… todo ha terminado, todo había sido un mal sueño, y piensa que pronto estará en su casa, jugando con sus amigos y en la fiesta de sus quince años. Y nuevamente cansada, pero aliviada, vuelve a dormir, quiso buscar el rosario en su manito para rezar y agradecer lo sucedido, pero ha desaparecido.


María volvió a despertarse con mucha alegría, esperando que su mamá ya hubiera regresado de traer las flores, quería abrazarla, saludar a su papá, así como a todos los demás miembros de su familia, uno por uno; cuando ya se disponía a abandonar su lecho para ir a buscar a sus familiares, sus deseos fueron interrumpidos por una gran bulla que venía de afuera: ¡Hoy es mi cumpleaños, hoy es mi fiesta! Pensó, mientras escucha la voz de su madre, sin abrir los ojos:


— María, ¿oyes, es la bulla? Es por la mudanza, ya nos vamos. Triste aclaración del ruido, porque entonces… tal vez sí pasó lo recordado en el sueño; tal vez de verdad casi se ahoga y estuvo inconsciente por varios meses, entonces ya era agosto y la fecha de su cumpleaños, había pasado… se había perdido la fiesta de sus quince años, su última celebración antes de la mudanza, la última fiesta con sus vecinos.


Se sintió tan defraudada y aburrida por lo que le había sucedido que, en acto de rebeldía, cerro sus ojos… la última en abandonar esta casa seré yo, pensó. Y así fue, pues cuando despertó, sintió a su mamá, llevándola en sus brazos, mientras comentaba con alguien:


— Mírenla, está intacta, como la dejé, como si no hubiera pasado mucho tiempo, palabras que no comprendió.


Cuando quiso abrir los ojos, una luz brillante la cegó, por lo que sus ojos tardaron varios minutos en ver a su madre, ¿dónde estaba? Y ¿qué estaba pasado?. Cuando pudo ver con toda claridad, se vio en la mitad del Cementerio Municipal de Barrancabermeja, el mismo que, según escuchaba de la gente a su alrededor, sería demolido para construir allí un parque… EL PARQUE DE LA VIDA, vio mucha gente sobre las paredes blancas llenas de bóvedas que hacían las veces de fachada de ese cementerio, y vio como su mamá la tenía entre sus brazos como si se tratara de un bebé.


Ana María quiso cerrar sus ojos para volver a dormir, como tratando de escapar de la realidad, pero solo logró afinar sus oídos para escuchar muy claramente las palabras pronunciadas por su mamá:


— Mi niña duró ahogada en La Laguna del Miedo tres días y cuando la encontraron, no se había hinchado por el agua, la encontraron flotando en un lugar donde la buscaron varias veces, ni los peces me la habían tocado.


— Cuando la encontraron, sus ojos negros estaban llenos de brillo como si estuviera viva.


— El médico legista conocedor de mi religiosidad, me respetó a mi niña y no le hizo una necropsia completa, y por eso le puedo asegurar que se la devolví a Dios como me la regaló, completamente virgen.


— Yo acostumbro a visitar a mi María todos los días, y estar frente a su tumba minutos antes de la hora que se despertaba cuando estaba viva; yo siempre le doy los buenos días, y ella me contesta, antes de ir por las rosas que tanto le gusta a la plaza de Torcoroma, donde se acuerdan de ella, porque dicen que hace muchos favores.


— Ana María me cuenta que no le gusta la luz de las veladoras que le traen por los milagros, no la dejan dormir.


— Y me dice donde colocan en la noche los brujos y brujas sus entierros para hacer el mal a las personas, y al otro día le digo al sepulturero y los sacamos.


— Mire, mi niña, ya tiene 375 placas de agradecimiento por los milagros que ha hecho.


— A ella la han visto aparecer después de muerta sentada en el tercer piso del ferry y en la Laguna del Miedo.


— El obispo: Monseñor Prieto me ha dicho que es muy posible que sea una Santa, solo que ese proceso es largo, puede durar hasta 50 años.


— Los últimos días, la niña me contó que estaba preocupada porque no sabía si con la mudanza a los jardines de La Resurrección a las afueras de la ciudad, la gente la visitaría como aquí.


Y la frase que siempre recuerda y recordará María:


— No sabe lo feliz que estoy porque Dios se llevó a mi Ana María a su Santo Reino antes de perder su virginidad con ese marihuanero.


Daniel E. Cañas G.



NOTA: El anterior escrito es a la memoria de Ana María, Antes que Santa, una hermosa niña y tal vez una mártir más en la Barrancabermeja donde viví, porque no hay santo o santa sin martirio. ¿Duró tres días en el agua, o fue retenida antes? ¿abusada?, en fin, por falta de una necropsia completa, nunca se sabrá.





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