De los días de elecciones presidenciales como el de hoy, lo que más recuerdo de niño, era la tinta de los dedos con la que salían nuestros padres después de votar; pues tenía para los niños dos misterios.
Esa tinta para los que no alcanzaron a conocerla, era utilizada para “identificar” quien ya había votado y quién no; el primer misterio, era su duración, pues cambiaba de votación a votación, unas veces duraba hasta una semana media cuando el ganador coincidía con el voto de nuestros padres o solo hasta el lunes siguiente al de las votaciones cuando nuestros padres perdían. Este primer misterio fue develado cuando un día encontré a mi papá restregando su dedo índice derecho con varsol, mientras murmuraba mil maldiciones contra el candidato ganador.
Cuando mi padre salía de la escuela donde acostumbraba a votar, siempre lo veía salir con el dedo índice marcado con una tinta de color entre ocre y roja, y en su mirada, la mirada de un triunfador, lleno de orgullo como si la “justa” estuviera empatada y de su voto dependiera el desempate para elegir el ganador. Y mientras tanto como muchos niños que nos quedábamos afuera pensaba cuando lo veía aparecer con paso de triunfador: “El nuevo presidente será el elegido por mi padre”.
De regreso a casa, acostumbraba a recibir como recompensa de mis padres por haberlos acompañado, además de un salpicón con helado en la heladería "El Kicolo" frente al cementerio municipal antes ubicado en el actual parque de la vida, recibíamos permiso para "salir a la calle” para hablar con mis vecinos, todos niños de mi misma edad. El tema del día:¿Por quién habían votado nuestros padres?, tema que solo tenía dos opciones, pues se trataba de elecciones con la participación de solo dos candidatos en esa época: Liberal o Conservador, en cumplimiento del acuerdo firmado por esos partidos en 1958 para terminar la violencia, bajo el nombre del Frente Nacional, algo similar lo que ocurre hoy en Estados Unidos con Los Demócratas y Republicanos, y muy parecido a lo que sucede hoy en día en Colombia en la segunda vuelta, donde al final los candidatos perdedores apoyan a un candidato Conservador o Liberal o de derecha o izquierda. Pues bien, con el comienzo de ese dialogo post votación era el inicio al segundo misterio de la tinta: Su color.
Por extraño que parezca, mientras los hijos de padres liberales como yo la veíamos de un color: Ocre rojizo (Como liberal que era), los niños con padres conservadores, veían sus dedos con tinta de color: Morado Azuloso, y era porque de niño creíamos a nuestros padres como unos valientes héroes del partido de sus amores, pues suponíamos además de votar de manera anónima como era obligatorio, nuestros padres accedían de manera voluntaria a meter su dedo en uno de los dos frascos de tinta roja o azul que imaginábamos estaban a disposición en las mesas de votación solo para partidarios valiente, para que supieran su disposición a entregar su vida por su partido de ser posible… Bueno, eso antes de conocer el misterio de la duración de la tinta.
En todo caso, el día de elecciones presidenciales era un día de carnaval en la Barrancabermeja donde viví, con personas llenas de colores rojos o azules, así como de ejército y policía en cada esquina. El servicio de bus era gratuito y era utilizado por igual por familias conservadoras o liberales, sin distingos. En las esquinas cercanas a los centros de votación se llenaban de vendedores ambulantes, conjunto y papayeros, pues era allí era donde especialmente nuestro padre se reencontraba con gente copartidaria y aclarar los motivos para no volver al directorio desde la última elección y tratar el tema del momento: Lo imposible que sería ver perdedor a su candidato por tercera vez.
La familia votaba unidad, aquel que osara votar por otro candidato que no fuera el mismo del partido político de nuestros padres, era considerado un “familiar no grato” por el resto de familia, y el primer castigo, era el permiso de salir a fiestas:
- Usted puede tener más de 21 años y tener ya cedula…pero mientras viva bajo mi techo…usted vota por el que digamos nosotros, esa era la amenaza cuando un miembro de la familiar daba a conocer la mínima posibilidad de votar por el candidato con tinta diferente a la tinta que tendría los dedos nuestros padres.
Daniel E, Cañas G.