El verdadero Barrancabermeja es el barrio La Campana; sitio donde algunos sitúan a LA TOCA y no LA TORA pues nuestros indios Yarigüies descendientes de los Caribes no pronunciaban la “R”. Por este sitió entraron nuestros conquistadores. Por ahí, en la carrera 3ª (hoy carrera 4ta, pues el puerto no se le daba numeración de carrera), entre la desembocadura del caño Cardales y la calle quinta, dicen que ambulaba un caballo que nadie veía, mientras oían el sonido de sus cascos al pasar marcando el paso de una ronda. Se creía que se trataba del alma de uno de los acompañantes de Don Gonzalo Jiménez de Quezada en busca de su amada; ahí en ese mismo trecho en semana Santa, cuentan aparece en ocasiones una mujer vestida de blanco, cuyos pies no tocan el suelo, dama tétrica que jamás deja ver su rostro, ni emite sonido alguno; dicen que es la misma dama que busca el caballero caballo invisible.
Cuentan que en La Campana existió un cementerio indígena, el cual trajo desgracia a todos aquellos que en una época osaron excavar en el lugar en busca del oro que se enterraba junto con los indios. Tuvimos que “abordar” a Lucia Rodríguez, Cosme Madarriaga, a los descendientes de Isaac, a Carmelina Mendoza, a Jairo Muñoz, a Myriam Echevarría y a la doña Luisa Vda de Noya (o Moya?), para que nos mostraran desde su baúl de los recuerdos, descubriendo la deuda con la dignidad de ese barrio; por allí no hay duda pasaron Diego Hernández de Gallegos, Simón Bolívar, José Joaquín Bohórquez y Roberto de Mares, entre otros personajes de la historia.
También vivió allí, el padre Luis Beltrán, a quien el Vaticano nunca llegó a confirmarle su santidad, pero el municipio como homenaje nombró tiempo después una de sus calles, así como una iglesia reliquia histórica: San Luis Beltrán, que apropósito en lugar de recuperar, la quieren destruir, sin tener en cuenta que fue construida en 1601, desconociéndola con desvergüenza descaradamente.
La Campana, era el puerto de pequeños barcos, pues los grades barcos arrimaban a Barrancabermeja por lo que hoy es el hotel Pipatón.
A La Campana, siempre la han azotado los incendios. En la carrera 3era había locales comerciales y residenciales muy elegantes y bien construidas. De los incendios, no se escapó la casa de los hermanos Jaramillo, en donde se firmó la fundación del municipio de Barrancabermeja; era de dos plantas y techo de teja española, esquinera con balcón.
Los primeros automóviles llegados en 1916 recorrieron sus calles, Reyes Hermanos montaron allí un almacén de vehículos importados. La primera escuela pública donde estudió José Domingo Reyes quedaba en una esquina frete a lo que hoy es el puerto en la esquina de la calle 5ta (hoy calle 49).
El primer hotel, con nombre quedaba entre la carrera 5ta (hoy 6ta) entre calle 5ta (hoy 49) y 6ta( hoy 50), y mas tarde fue sede de la Recaudación de impuestos.
Por algo llegó a La Campana ToñoForonda, primero con una fábrica de sombreros de fieltro, los cuales también reconstruía… eran los “tapa cabezas para el sol” como les decían. El amigo Foronda, más tarde se mudó a la calle 5ta, porque le adquirió a Arístides León “El Rolo” la carroza fúnebre más barata que él ya no utilizaba; su innovación, fue remodelar esa carroza, para que de ser tirada por caballos fuera tirada por una camioneta Ford modelo 1928; eso fue por años 1948; la agencia mortuoria se llamaba: EL FUNERAL MODERNO, pronto se impuso a la del Rolo, cuyos servicios eran más costosos. Posteriormente se mudó al barrio Colombia en donde queda hoy la funeraria que lleva su apellido.
Por: Arnulfo A. López Ortiz.